Ajo blanco, anguila en marmita, asadura de liebre, gachas, lenguas de vaca, lentejas, migas, morteruelo, tagarninas o pies de vaca. Son algunos de los platos que aparecen en ‘El Quijote de la Mancha’, y cuyas recetas compendió el Instituto Cervantes en este interesante y completo recetario que hará las delicias de los amantes de la cocina con un toque histórico.

Todo eso para investigar y experimentar en casa, pero si queremos disfrutar de la cocina que podrían comer don Quijote y Sancho, en el cuarto centenario de la muerte de su creador, podemos acercarnos al restaurante El Ingenio. Si bien su espíritu se centra en la obra de Cervantes, no cae en esa cosa no deseable del parque temático, con objetos y reproducciones chirriantes de los personajes del Quijote. Como cosa curiosa, cuentan con más de 40 ejemplares del inmortal libro en diversas ediciones y en lenguas tan variopintas como el bable, vietnamita o chipriota.

Fundado en 1960, es un restaurante entrañable y sin pretensiones que ofrece comidas y cenas a precios que rondan los 30 euros por persona con menús de cocina castellana que sin ser sofisticados sí están muy cuidados, con especial atención a sus postres caseros. Puedes consultar aquí la carta, que incluye entrantes como la clásica sopa castellana, lentejas estofadas o garbanzos con butifarra (¿en homenaje a la llegada de don Quijote a Barcino?).

Para seguir, platos contundentes que harían soñar a don Quijote y Sancho, acostumbrados a menús más humildes, como son el estofado de añojo con puré de manzana o las simples pero irresistibles albóndigas caseras en salsa española. De postre, no te pierdas su flan de naranja con lágrimas de chocolate.

Los más cervantinos no deberían dejar de visitar Alcalá de Henares, ciudad natal del escritor, y pasarse por La Cúpula. Allí encontrarán, en un impresionante restaurante antiguo convento de los capuchinos, su suculento Menú Cervantino (42 euros por persona), que incluye delicias como foie de oca con arándanos, entrecot de retinto a la parrilla o lomo de lubina con gulas y gambas. No es que sea precisamente evocador de las andanzas de la pareja literaria más famosa, pero es una excusa perfectamente válida. Que lo disfruten.