Se resisten a dejarse vencer por las franquicias del plato cuadrado y el zumo multivitaminado. Son establecimientos que podrían salir en las novelas de Galdós y eso, en Madrid, es ya un grado. Como la taberna de Antonio Sánchez, en la calle Mesón de Paredes, 13, donde sirven un rico vermú de grifo y diversas raciones de cocina tradicional, como las albóndigas o los caracoles.

Un sitio conocido pero que, por suerte, no suele estar atestado de turistas. Aprovecha. Entre Tirso de Molina y Lavapiés y con ese ambiente de taberna de madera oscura, barriles y cuadros de toreros, donde solían tener su tertulia, en la que a veces se podía ver al pintor Zuloaga.

También tiene su historia Casa Labra (c/ Tetuán, 12), donde un 2 de mayo de 1879 se fundó el Partido Socialista. Ubicada a pocos metros de la Puerta del Sol (junto al Corte Inglés), es uno de los lugares más auténticos en una zona ocupada mayormente por locales de paso efímero y sin alma. Eso sí, a diferencia del primer local, este suele estar lleno hasta la bandera, por lo que se recomienda no ir en las horas puntas del fin de semana. ¿Qué tomar? Sobre todo bacalao, en su formato de ‘tajadita’ (a 1’30€) y en otras opciones (tienen hasta diez), ya sea en barra o en su diminuto restaurante anexo.

A La Venencia le faltan unos pocos años aún para convertirse en centenaria (se fundó en 1922), pero es otras de esas tabernas con solera de Madrid y, atención, dato importante: sin música. Pocas cosas tan placenteras como degustar uno de sus vinos andaluces, amontillados, finos, moscateles, con un plato de ibéricos, en el silencio de ese local que encierra la esencia de la España más pintoresca. Junto a la plaza Santa Ana, en una de las calles que, según dicen, tiene más bares de Europa: Echegaray (número 7).

Y no dejen de visitar Bodegas Ricla, Casa Alberto o La Ardosa.