Hablaba el pintor de la luz-color, un concepto que buscaba en cada uno de sus cuadros, y que en esta exposición, organizada cronológicamente, se puede comprobar en sus distintas etapas. Nada mejor para abandonar las luces apagadas del invierno que esta inmersión en este torrente de luminosidad pictórica, que se puede visitar hasta el 17 de mayo, con entradas que van de 7 a 11 euros y que se pueden comprar en la web.
Y no se pierdan tampoco la muestra dedicada a Paul Delvaux (1897-1994), uno de los grandes del surrealismo, con fuerte influencia de maestros como Magritte y De Chirico, con un marcado carácter onírico en composiciones turbadoras. La exposición reúne más de cincuenta obras del artista belga, procedentes de museos de su país de origen, y trata obsesionados del pintor, como las arquitecturas clásicas, las estaciones de trenes o el tema del doble.
También buena representación de otro de sus temas favoritos, el desnudo femenino, con un marcado erotismo y figuras estilizadas que recuerdan en parte a las de Modigliani y en parte a las de Picasso. En cartel hasta el próximo 7 de junio, sin salir del museo Thyssen-Bornemisza.
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